Quizás lo de sus nombres es una casualidad, o quizás cosa del destino. Lo que está claro es que los actores Luis Tosar (Lugo, 1971) y Luisa Mayol (Santiago de Chile, 1981) han convertido esa homonimia fortuita de su nomenclatura en la chispa adecuada para una historia de amor de película, tanto dentro como fuera de la pantalla. «Yo siempre digo que somos una pareja creativa doméstica», comenta entre risas Luisa. Y podemos dar fe de que es cierto. Sirva como ejemplo la sesión de fotos que comparten para este reportaje. Si a uno se le pide que salte, a la otra se le ocurre hacer una pirueta. Si él se tira al suelo, ella se coloca encima sin dudarlo, como en uno de esos juegos de confianza tan utilizados en las clases de teatro. ¿Y lo de doméstico? Son incontables las veces que sale a relucir durante nuestra conversación la importancia de la familia –que han formado hace más de una década–, de mantener su estabilidad en el hogar y de pasar tiempo con sus hijos, León y Luana –el del primero reconocen que era el nombre que tenían en mente, pero el del segundo lo buscaron a conciencia para formar «el clan de los L»–. «Nosotros hemos pasado a ser actores secundarios, ellos son los protagonistas de esta historia», asegura la actriz.
Luisa lleva ‘body’ y falda semitransparentes, cinturón con hebilla metálica y pulseras, todo de Saint Laurent. Luis viste abrigo de IKKS, camiseta blanca de Zara y pantalones va-queros de Guess.
De hecho, los pequeños fueron una de las razones por las que dijeron que sí a su último proyecto cinematográfico juntos, Amanece en Samaná. Una película dirigida por Rafa Cortés, en la que comparten protagonismo con Luis Zahera y Bárbara Santa-Cruz, que llega a los cines el 8 de noviembre, y que plantea una reflexión sobre las relaciones desde una perspectiva un poco alocada y con un mix de comedia y drama. «Desde el principio, la condición para dar el sí definitivo y estar los dos fue que nos pudiésemos llevar a los niños, porque el rodaje era en República Dominicana y durante dos meses. Parte del atractivo del proyecto residía en que en el equipo había gente conocida que tiene niños de la edad de los nuestros. Así que un resort, con nuestros hijos, con amigos y sus niños... Toda la culpa que uno siente como actor cuando está ausente, ahí se diluía», explica Luis. Porque reconocen que, como para la mayoría del resto de los mortales, la conciliación de la vida familiar y la laboral es uno de sus grandes retos. «Desde que están los niños, ninguno tomamos decisiones de manera individual. Somos una familia y todo se valora pensando en el bien común. Funcionamos como un equipo», añade Luisa. Y, por el momento, está resultando ser uno ganador.
Vuestros hijos estuvieron durante todo el rodaje de Amanece en Samaná. ¿Están cambiando las cosas?
Luisa: En esta película, se hizo algo que no pasa. La conciliación fue prioridad, y por eso yo pude ser una de las protagonistas. Resultaría inviable que estuviésemos los dos si no hubiera sido así. Esto demuestra que si te apoyan, todo se consigue. Los actores vivimos siempre con esa culpa de la ausencia por haber decidido dedicarnos a esta profesión, porque los hijos son los que más sufren los costos.
Luisa lleva minivestido palabra de honor de Versace. Luis viste traje de chaqueta ‘denim’ y camisa en azul marino, ambos de Loro Piana.
Hicisteis de pareja en Fatum y ahora repetís. ¿Creéis que facilita las cosas serlo en la vida real?
Luisa: Nos la ofrecieron al terminar de rodar Fatum, que era un relato muy duro, donde nos habíamos involucrado, y que también habíamos disfrutado muchísimo a nivel actoral y personal. Nos demostramos que éramos capaces de dejarnos a nosotros en casa e ir al set sólo con los personajes. Así que nos pareció interesante, divertido y conveniente trabajar juntos de nuevo, porque a nivel familiar nos viene muy bien (risas). Ya que no nos habíamos separado con la anterior y estaba todo fluido, seguimos.
Luis: La idea original del director era que fueran dos parejas de actores reales, pero no pudo ser. Sabemos que otros aceptaron, luego decidieron no hacerlo y, después, nos enteramos de que se habían separado. Es que te proponen algo así y piensas: «¿Esto qué es? ¿Un psicodrama de parejas? ¿Vamos a hacer terapia colectiva o qué?».
Luisa: Rafa nos contó que estaba basada en una obra de teatro, pero para nosotros era crucial situarnos muy lejos de la trama. Somos un matrimonio, pero no nos vamos a exponer como pareja. Tenía que quedar muy claro que íbamos ahí a interpretar algo muy remoto a nosotros, si no jugamos en un límite que no deseamos.
¿Y qué inclinó la balanza hacia el sí?
Luis: Que era tan friki lo que estábamos haciendo en la peli que ni se rozaba con nuestra realidad (risas).
Luisa: A mí me costaba entender por qué tenían que ser dos parejas reales si somos actores, pero es que era una película sin guion, basada en la improvisación. Así que luego comprendimos que no era nada fácil, que sólo lo ibas a lograr si tenías enfrente a un compañero con el que tuvieras mucha complicidad y que sacase lo mejor de ti.
Luis viste traje de chaqueta ‘denim’, camisa en azul marino y mocasines, todo de Loro Piana. Ella lleva minivestido palabra de honor de Versace y ‘stilettos’ de Aquazzura.
¿Alguna vez habéis tenido la sensación de que han llamado a uno para poder contar con el otro?
Luisa: A mí, claro. Han intentado llegar a él ofreciéndome proyectos, y como él no ha tenido las fechas disponibles, se han olvidado de mí. Y me cuesta asimilarlo, y claro que afecta y me tengo que hacer fuerte.
Luis: Es un tema muy complicado. Yo alguna vez que he preguntado: «¿Le harías una prueba a Lu para este papel? Creo que puede encajar». Me han respondido: «Es que si ya estás tú en el proyecto...». Así que a veces también es contraproducente que uno esté.
Luisa: A mí me dicen: «¿Cómo no vas a trabajar si estás con Luis Tosar?». Tengo la posibilidad de conocer a mucha más gente que si viniese como una actriz chilena sola, pero eso no se traduce ni en castings ni en proyectos.
Luis: Este comentario lo ha hecho mucha gente. «Tú no vas a tener problema, estás casada con Luis». Si fuera así, después de 10 u 11 años que lleva aquí, tendría una carrera superconsolidada. Y no es, para nada, el caso.
Entonces, ¿es más hándicap que ventaja en lo laboral?
Luisa: Yo no he sentido, por suerte, que trabaje por ser la mujer de Luis. Para Fatum, para Hasta el cielo, tuve que pasar por varios castings. Y he recibido muchísimos noes. Así que estoy tranquila, porque si me dan el papel, es porque me lo gané. Pero sí he experimentado otras cosas. Me he sentido sombra. Cuando llegué e iba con Luis a cualquier evento, sentía que no me veían, que no existía. Y fue un desafío para mi ego que agradezco, porque venía de un lugar que iba a una alfombra roja y pasaban otras cosas.
¿Y cómo conseguís que no os afecte en lo personal?
Luis: Es algo con lo que tienes que estar bregando. Cuando los dos estamos currando, todo es maravilloso, pero cuando lo hace sólo uno, la situación es más complicada. Para empezar, el que no está en activo dispone de más tiempo para pensar. Los fantasmas de no trabajar siempre aparecen en la vida de cualquier intérprete y en la de una pareja de actores se convierte en algo exponencial, porque lo que tú no estás realizando y quieres hacer es justo lo que está llevando a cabo el otro. Es un tema complejo.
¿Qué ha sido lo más difícil hasta llegar aquí?
Luis: Para empezar, Lu emigró. Decidió dejar Chile y venirse con todo lo que eso conlleva, incluso sabiendo que su carrera allí se iba a ir extinguiendo, como así ha ocurrido.
Luisa: Me atreví a intentarlo porque me enamoré. En Chile, tenía un contrato con la televisión nacional y hacía una serie al año, y era difícil que aquí lo vieran. Al principio, imagino que estaba el temor de «igual esta es una pésima actriz». Pero es que ni me hacían la prueba. Parecía que evitaban tenerme que dar un no, porque era como decírselo a él. Y eso te genera una inseguridad... No quería ni ver en pintura a mi yo actriz, me generó rechazo. Pero ahí está la perseverancia, el trabajo personal, el apoyo de tu compañero, que el de Luis fue y es ejemplar, y el de mi maestro, Juan Carlos Corazza, que me ayudó a recuperar la confianza en mí. Y ahora puedo decir que sí, todo llega.
Chaquetón con logo serigrafiado, polo de lana, pantalón gris y mocasines con aplique dorado, todo de Fendi.
Los dos erais ya actores conocidos cuando os encontrasteis, ¿seguíais entonces la carrera del otro?
Luisa: Yo no sabía muy bien quién era, me fui enterando aquí. Que era actor, sí, pero nada más.
Luis: Yo era el amigo de su amiga. Nos conocimos gracias a una pareja común, así que tenía más referencias por ellos que por mi profesión.
Luisa: Sólo había visto Celda 211. Me parecía un buen actor, pero no estaba influenciada por ese intérprete superreconocido y respetado, con esta trayectoria y tres Goya... Empecé a ser consciente cuando vine. Recuerdo los primeros premios a los que le acompañé, pensaba: «Parece que Luis aquí es muy respetado» (risas).
Luis: ¡A este pringado aquí se lo toman en serio! (risas).
Luisa: ¡Es que en Chile el fenómeno de superactor no existe! Pero yo soy ahora la que más orgullosa está de él, más fan que su mamá. Nos enamoramos por nuestra esencia, pero, en su caso, pienso que siempre asoma la duda de si alguien se acerca a él por ser Luis Tosar.
Luis: No era este el caso (risas). Pero en mi vida sí lo he sentido y con intereses diferentes.
¿Y eso no os hace desconfiar a menudo?
Luis: No, para nada. Es que tenemos una vida muy rodeada de nuestro entorno. Residimos a las afueras, nos juntamos con nuestra gente... No somos muy sociables.
Luisa: ¿Cómo que no? Hacemos barbacoas en casa todos los sábados, ¿eso no es ser sociable?
Luisa con vestido lencero largo de Dolce & Gabbana y Luis con jersey gris de Prada.
Entre vosotros, ¿existe una confianza plena?
Luis: Igual demasiada (risas).
Luisa: Es que todo depende de cómo se dicen las cosas. La honestidad para mí es fundamental en una relación, más que aplaudirse y que gustarse profesionalmente. No hay competencia en esta pareja, sino admiración.
¿No hay dos sin tres? ¿Volveréis a trabajar unidos?
Luisa: Tenemos otro film juntos para el año que viene, con un director chileno. Y yo acabo de grabar Matices, y hay otros tres proyectos que espero que salgan.
Luis: Yo empiezo a rodar Salvador, con Daniel Calparsoro, otra cosa con Rafa Cobos y una película en Chile. Y luego, sí, de nuevo juntos (risas).
*Maquillaje y peluquería: Iván Gómez (The wall group).
